viernes, 21 de noviembre de 2008

Tu mano

Inventé que tu mano fuese apoyo a la mia.
que tus ojos al menos me miraran con fe
y al cruzarme en tu senda en medio de la vía
ni tu mano fué apoyo ni a tu ojos miré.

Fué tan solo un intento desesperado y vano,
de esos que el hombre inventa para darse una flor,
pretendí lastimero afianzarme a tu mano
y palpé en lo mas hondo de mi propio dolor.

De un dolor que penetra y taladra en la ausencia,
de un agobio profundo, de un cansancio mortal;
de un vacío que deja tu inventada presencia
muy difusa y borrosa, empañada y casual.

Debe ser que no hay gloria que ofrecerte pretenda,
debe ser que no hay lecho que apacigüe el dolor,
debe ser que no asoma luminaria la ofrenda
con que el hombre enamora ofreciendo una flor.

inventé que tu mano a la mía le diera
el apoyo amoroso y el calor que tu dás
y encontré en el letargo de esta triste quimera
que hoy me niegas tu afecto, me esquivas y te vas.

Como duele la ausencia, como duele el olvido,
como sienten las almas la obscura soledad,
que infinita tristeza de un corazón herido
asoma en el semblante de quien ve la verdad.

La verdad, la verdad verdadera, la sin pausas,
que señala arrogante que no hay mas donde ir,
la verdad que te impone, la que obliga sin causas,
esa verdad que nunca se nos niega en venir.

Fortunato Hernández Sierralta.
Carora 31 de Marzo de 1995

Coraje

Si tuviste coraje al despedirme,
si no faltaron fuerzas a tu arrojo,
si ni una lágrima asomó a tus ojos
y no hubo compasión para no herirme.
si viendo mi dolor dejaste irme,
si sabiéndome solo y abrumado
dejaste que mi espíritu cansado
sintiera del engaño sus abrojos,
cómo calmar el llanto de mis ojos
si ya soy de la muerte un invitado.

Cómo evitar este dolor quimero
con este padecer que me estremece,
como frenar mi llanto lastimero
y esta angustia que poco a poco crece.
cómo olvidar la vida tantas veces,
si tu recuerdo, en mí, ajigantado,
me hace nacer en lo por tí olvidado,
me envuelve en las vivencias
que ya ignoras,
cómo olvidar a tu lado las horas,
si soy de tu pasado un invitado.

Cómo volver a ser lo que antes fuimos.
Cómo evitar que ignores mi existencia,
cómo lanzarle un grito a tu conciencia
y hacer volver el tiempo que vivimos.
Cómo negar que una vez existimos
hilvanándole sueños a la vida,
trasnochados de estrellas encendidas
ser una de ellas, quisimos, olvidando
que hay estrellas que sólo van dejando
el rastro de una luz que fué extinguida.

Y así con tu recuerdo invento vidas
aunque los míos de tus sueños huyan
hay perros como yo que sólo aúllan
tristes cuando le sangran las heridas,
y eso eres de mi vida, herida eterna
y yo perro que aúlla muerto en vida.

Fortunato Hernández Sierralta
Carora 31 de Octubre de 1989